Pillados con las manos en la masa
Los agentes, con sus placas relucientes, avanzaron rápidamente por el bar. En cuestión de segundos, rodearon a Steve, quien alzó la cabeza con incredulidad. “Steve Thompson, queda detenido”, anunció el agente Davis mientras le colocaba las esposas. El bar se llenó de murmullos y jadeos mientras Steve, aún en estado de shock, era escoltado fuera, dándose cuenta demasiado tarde de la gravedad de su confesión.

Pillados Con Las Manos En La Masa
Negación y desesperación
El bar se impregnó de tensión mientras el rostro de Steve se volvía aún más pálido y sus ojos se abrían con incredulidad. “¡No era una confesión! Solo estaba… hablando”, balbuceó con voz temblorosa. La desesperación brillaba en su mirada mientras buscaba frenéticamente un aliado, una salida. “¡No pueden arrestarme por una conversación!”, exclamó, su voz resonando en el bar, ahora sumido en un silencio expectante.

Negación Y Desesperación